Monday, October 22, 2007

45 mil adolescentes se han embarazado este año...

Tiene once años, se llama Carmen, vive con sus padres y está en séptimo curso, pero quizás no termine el período lectivo, porque para entonces habrá dado a luz y deberá encargarse de cuidar al niño que viene en camino.
“Fue la primera vez que tuve relaciones, pensé que no quedaría embarazada así de una vez”, dice con una ingenuidad que no ha sido borrada por su estado de gestación.

Ella, como el 67 por ciento de las cerca de 45 mil adolescentes que se han embarazado este año, no deseaba ser madre y nunca pensó que podía sucederle, por lo que no está lista para afrontar los retos que se avecinan.

“Las adolescentes constituyen una alta tasa de la población de embarazadas y es una cuestión a la que hay que poner cuidado. La prevención del embarazo se desarrolla de manera poco efectiva, hace falta algo más en la educación sexual, abogar por la abstinencia”, plantea el director de atención primaria de la Plaza de la Salud, Francisco Gómez.

Durante una actividad celebrada en ese centro con adolescentes, el médico habló de los escollos que deben enfrentar las chicas de entre 11 y 19 años en estado de gravidez y de las discriminaciones de que son objeto.

“En muchos casos deben ir a la escuela de noche, lo que se convierte en un sesgo y hace que muchas desistan o cambien su estilo de vida, porque ahora deben compartir el aula con adultos”, expone.

Esa causa, ligada a otras como la responsabilidad que se les viene encima, el bajo nivel económico y educativo de la mayoría y la falta de una pareja que las respalde, hace que esas muchachas sean más propensas a las depresiones y al suicidio, una realidad que toca al 14 por ciento de embarazadas.

“Alrededor de un 52 por ciento no cuenta con recursos que le permitan salir airosa, solo el 31 por ciento ha terminado la secundaria y el 57 por ciento vive con sus padres, lo que las convierte en una carga y las hace sentirse inútiles”, explica el sicólogo Carlos Arnaiz, que trabaja con jóvenes en conflicto.

Esos no son los únicos problemas, las adolescentes tienen dos veces más posibilidades de morir al momento del parto, sufren más de hipertensión, además de que contraen con mayor facilidad infecciones urinarias y vaginales, afrontan la tendencia a parto prematuro y a parir niños con bajo peso.

“Es por eso que deben hacerse esfuerzos mayores para que la información correcta llegue hasta esas muchachas, no es posible que esa situación pase desapercibida y que el trabajo solo se enfoque en algunas charlas aisladas y en mostrar cómo se usan los métodos anticonceptivos”, sugiere el sociólogo Roberto Núñez.

Hijos también sufren las consecuencias

Las madres muy jóvenes no son las únicas que sufren, sus hijos también son directamente afectados y eso se traduce en el poco crecimiento uterino que experimentan, en tragedias como la muerte súbita y los traumas físicos y sicológicos, también en el bajo rendimiento escolar y en el abuso físico del que sus madres los hacen víctimas y que los convierten en seres inseguros.

Además sufren la ausencia de las madres, que ante la obligación de mantenerlos salen a trabajar, en lugares donde generalmente son explotadas por la necesidad de conservar el puesto.

Las más proclives a quedar preñadas

En el aspecto individual de cada afectada tienen más riesgos de embarazo las menos orientadas a realizar metas, las que sucumben ante presiones, y las que temen al rechazo, lo mismo que las que tienen menor rendimiento escolar, las que vienen de familias disfuncionales y las menos religiosas.

“La percepción de que no les puede pasar algo negativo aunque esté dentro de los riesgos previstos al asumir determinada actitud, la falta de orientación oportuna y la curiosidad son también causas que no pueden dejarse de lado”, sostiene el sociólogo Roberto Núñez. La pobreza y el subdesarrollo son factores íntimamente ligados al embarazo precoz.

En el país, las provincias donde mayor cantidad de adolescentes embrazadas se ha detectado son el Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo, San Cristóbal y Baní.

En la mayoría de esos casos, las chicas no alcanzan los 16 años y muchas tienen un historial de consumo de drogas, alcohol y tabaco, que las hacen más vulnerables

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